miércoles, 4 de noviembre de 2015

VIVIENDO

El Rosario, comúnmente llamado “el evangelio en miniatura”, es explicado y meditado por el Padre John Phalen, C. S. C., uno de los más grandes promotores del Rosario en nuestros días, Contamos con su visita en la Sede Central  del Servicio Bíblico Católico, nos explicó que el rezo del Santo Rosario debe ser meditado y reflexionado para poder ir descubriendo la presencia de nuestro buen Dios en nuestra vida diaria por medio de esta antigua devoción.


El Rosario es una devoción muy querida por él, pero que no siempre fue así a pesar de venir de una familia muy comprometida con la fe. Era el menor de siete hermanos y cuando se comenzaba esta costumbre familiar de rezar el Santo Rosario y por su corta edad no prestaba la debida atención para realizarlo, muy por el contrario hacia todo lo posible para perturbar a sus hermanos durante el rezo, logrando muchas veces se suspendiera. Irónicamente, hoy se encuentra difundiendo el “Rosario en familia” por todo el mundo.
A pesar de su poco amor juvenil por el Rosario llego a amarlo. La experiencia de su vida hicieron que cambiara este modo de pensar, comprendiendo que esta oración Cristo-céntrica. En los distintos misterios se narra la vida de Cristo, y en la vida de Cristo, vemos nuestra propia vida. El papel de María es ayudar en este proceso.
Los Misterios del Rosario pueden y deben ser vividos por cada cristiano, prestando atención, nos daremos cuenta, que meditando los misterios del Rosario nos ayudara a reconocer como nuestra vida y la vida de Cristo (y la Iglesia) se unen. Las personas descubren una fuerte conexión entre los misterios del Rosario experimentado por Jesús y las propias experiencias de vida.
El reto para nosotros, cristianos es conformar nuestra vida con la Cristo. Contemplar la vida de Cristo acompañado en el camino por la persona que mejor lo conocía – su Madre. María siempre nos llevara a Jesús. Desde que Dios vino a la tierra en la persona de Jesucristo para enseñarnos como vivir, mientras más contemplamos los momentos más importantes de sus vida en los Misterios, mejor podemos discernir cómo estos mismos misterios actúan en nuestras propias vidas.
La Historia del Santo Rosario
Se originó de la práctica de los laicos de imitar a los monjes rezando los Salmos en canto. Como los laicos no sabían leer, reemplazaban los Salmos con el Padre Nuestro, que se podían memorizar fácilmente. Con el tiempo, la estructura de la oración del Rosario evoluciono a la forma que lo conocemos hoy.
Una piadosa tradición dice que los monjes confeccionaban guirnaldas de rosas para las mujeres piadosas que iban a ser martirizadas, pero como eran tantas mártires y por no tener suficiente tiempo para ser las guirnaldas. Sus superiores sugirieron que mejor ofrecieran ramilletes espirituales para aquellas que iban a dar su vida por la fe. La flor más popular que los cristianos asociaron con María fue la rosa. De este modo fue “Rosario” el nombre adoptado para ramillete espiritual ofrecido por los laicos con la ayuda de cuentas.

UNA ORACIÓN BÍBLICA
El Rosario es una oración sencilla y muy profunda. También es profundamente bíblica. En los primeros capítulos del Evangelio de San Lucas en ellas vemos las primeras palabras del Ave María vienen de las palabras del ángel Gabriel a María. La siguen las palabras de la prima de María, Isabel: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Nadie que observa atentamente las palabras de estas oraciones puede declarar que el Rosario no es bíblico.

El Padre Nuestro es la oración por excelencia, recomendado a los apóstoles y a todos nosotros por Jesús mismo. El Rosario no invita a orar la doxología trinitaria (el gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo…..) Las Escrituras nos revelan a un Dios Uno y Trino: Padre, Hijo y Espíritu Santo; según la predica de Jesús mismo, quien vino a hacer la voluntad de su Padre y prometió que vendría un Abogado o Intercesor después de Él. Estas tres oraciones: el Padre Nuestro, el Ave María y el Gloria al Padre, son el centro y la esencia del Rosario, junto con el anuncio del Misterio a ser contemplado en cada década. Todo es altamente bíblico y merece nuestra atención como cristianos.
JUAN PABLO II Y EL ROSARIO


El Rosarium Virginis Mariae, la carta sobre el Rosario que el Papa Juan Pablo II escribió en 2002 para esta muy querida oración del Papa se refiere como “un compendio del Evangelio” y un instrumento para “contemplar el rostro de Cristo con María”
“Fue del vientre de (María) que Cristo fue formado, recibiendo de Ella la semejanza humana que indica una cercanía espiritual aún más grande. Jamás nadie se ha dedicado a contemplar el rostro de Jesús tan fielmente como María.” (RVM, capitulo 1, 10)
Según el Papa, María nos acompaña en el rezo del Santo Rosario. Ella es quien mejor conocía a Cristo. Ella vivió todos los misteriosos eventos de su vida. Nosotros también, podemos llegar a conocer a Jesucristo a los pies de María.
En su carta el santo Padre describe el Rosario como una exquisita oración contemplativa. Comienza con la experiencia humana de María, y nos anima a a prender de nuestras propias experiencias. El Rosario es ……
  • Recordar a Cristo con María. Los hacemos presentes, tanto como recordando a Jesús en la Misa, hace a Cristo presente en la Eucaristía.
  • Aprender sobre Cristo con María. Nadie conoce a Cristo mejor que su Madre.
  • Conformarnos a Cristo con María.  “Revestirse” de Cristo, frecuentemente los buenos amigos empiezan a parecerse y hablar de la misma manera. Así, dejemos que Cristo, nuestro amigo, influya en nuestras vidas de la misma forma.
  • Rezar a Cristo con María. No sabemos rezar como deberíamos. Jesús, él único Mediador, es nuestro Medio de oración. María, su más pura reflexión, nos enseña el camino.
  • Anunciar a Cristo con María. Usar el Rosario como una herramienta de evangelización.

El Papa Juan Pablo II decía: “cada misterio del Rosario, cuidadosamente meditad, arroja luz en el misterio de los seres humanos”. Asegura que en Cristo nuestra vida se recapitula:
En los Misterios Gozosos, al contemplar el nacimiento de Cristo, aprendemos que la vida humana es sagrada; al contemplar el hogar de Nazaret, aprendemos la verdad originaria de la familia según el designio de Dios.
En los Misterios Luminosos, al escuchar las enseñanzas públicas del Maestro, somos iluminados para entrar al Reino de Dios.
En los Misterios Dolorosos siguiendo a Cristo en el Calvario, aprendemos el sentido salvífico del sufrimiento.
Y de acuerdo con los Misterios Gloriosos contemplamos a Cristo y a María en gloria, vemos el bien al cual estamos llamados, si nos dejamos ser sanados y transformados por el Espíritu Santo.

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