jueves, 12 de noviembre de 2015

COMO SE MALOGRO LA OBRA DE DIOS

En Génesis capítulo 3 se puede observar que nos narra la parábola del pecado es decir el inicio de cómo se malogro la obra de Dios.
La serpiente era más astuta que todos los animales salvajes, que Dios el Señor había creado y le pregunto a la mujer: “¿Es cierto que Dios les ha dicho que no coman de ningún fruto de los árboles del jardín?”.(Génesis 3,1)
Esta pregunta que le formula es capciosa, el primer error del hombre es entrar en dialogo con la tentación, muchas veces es más poderosa la astucia del diablo que nuestra inteligencia y por eso nos envuelve hasta hacernos caer.
La mujer respondió a la serpiente: “Si podemos comer del fruto de todo los arboles menos del árbol que está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que ni lo toquemos porque si lo hacemos moriremos. (Génesis 3, 2 – 3)

La respuesta de la mujer demuestra que sabe, pero luego vendrá la tentación que le ofrece la serpiente.
Pero la serpiente le dijo a la mujer: “¡no es cierto!”. Antes bien, Dios sabe que en el momento en que comáis se abrirán vuestros ojos y seréis como dioses, conocedores del bien y del mal".(Génesis 3, 4 – 5)
Al decir la serpiente que NO ES CIERTO está calificando a Dios de mentiroso y él, por poseedor de la verdad. El arma del enemigo es la tentación para apartarnos de la obediencia a Dios. Por ejemplo cuando Pedro advierte contra el diablo en sus cartas nos dice “tengan cuidado que el diablo anda como león rugiente rondando, buscando a quien devorar” aquí la metáfora es “devorar”; es decir empieza a usar una estrategia de engaños para matar nuestra alma convenciéndonos que lo que Dios nos dice no es cierto y más bien lo que él nos sugiere eso es lo que vale y ahí caemos.
La mujer vio que el fruto del árbol era hermoso, apetitoso y le dieron ganas de comer, de llegar a tener entendimiento. (Génesis 3, 6a)
Esto es el efecto del pecado, una vez que el diablo plantea por ejemplo “la venganza”, nos hace creer que eso es bueno y justo; porque si nos han hecho un daño, también debemos devolver mal por mal. Pero Jesús nos dice: “se dijo ojo por ojo, pero yo les digo no devuelvan mal por mal, si te pegan en una mejilla pon la otra, si te quitan la capa entrégale también el manto” (Mateo 5, 38 – 40). Nosotros en el fragor de la tentación nos olvidamos de estos argumentos tan hermosos y más bien le hacemos caso a los argumentos de satanás y esto vale para toda clase de pecados.
Por ejemplo el pecado de la gula. Toda forma de ingerir cosas para el cuerpo que nos causa daño es gula, por eso muchas veces nos enfermamos y dañamos nuestra salud; como lo dice el doctor Casanova: “Las enfermedades de este siglo entran por la boca”
El pecado de pereza es tremendo en estos tiempos, porque todos buscamos el menor esfuerzo; el peor de todos es la soberbia y los pecados de soberbia son tan diversos que incluso hasta se disfrazan de las virtudes opuestas como la humildad; por eso existe “la falsa humildad”.
También tenemos los pecados de tipo sexual, se disfrazan de los derechos humanos por ejemplo la propuesta de la unión civil del mismo sexo, o la propuesta del aborto, como jóvenes mujeres haciendo manifestaciones y usando lemas que dicen: “nosotras parimos y nosotras decidimos”. 
La tentación en si es malo, pero si es bueno o malo en la vida, depende de la persona para la cual va dirigida. Los Maestros de la vida espiritual que son los santos, porque ellos han combatido con el demonio en una guerra espiritual y ellos han vencido. Nos dejan una gran sabiduría. Un santo dijo: “Depende de la tentación del hombre, la tentación aceptada es pecado, la rechazada es virtud”. 



Nuestro mismo Señor tuvo tentaciones y no le fue fácil rechazarlo, sino que le costó. Entonces a nosotros no nos va a ser fácil rechazarlo, por eso la Iglesia nos recomienda que nos protejamos con la armadura de Dios contra los ataques del enemigo (Efesios 6,11); porque no estamos luchando contra enemigos de carne; es decir el enemigo no es el ser humano, sino satanás y nuestro combate es contra la tentación.

La tentación trabaja a tres niveles: primero el mismo diablo nos habla o nos susurra como lo hizo con Eva, la segunda vía es el mundo que nos invita a pecar como por ejemplo ya llega navidad y muchas personas despilfarran el dinero en banquetes. Por eso debemos celebrarlo con un sano gozo, darnos ciertos provechos que nos da el trabajo. Todo lo que es sano Dios lo bendice, pero a veces nos olvidamos de los que tiene poco o casi nada.

La tentación trabaja a tres niveles: primero el mismo diablo nos habla o nos susurra como lo hizo con Eva, la segunda vía es el mundo que nos invita a pecar como por ejemplo ya llega navidad y muchas personas despilfarran el dinero en banquetes. Por eso debemos celebrarlo con un sano gozo, darnos ciertos provechos que nos da el trabajo. Todo lo que es sano Dios lo bendice, pero a veces nos olvidamos de los que tiene poco o casi nada.
Si aceptamos la sugerencia del enemigo, estamos cayendo y en la misa lo confesamos: “he pecado mucho de pensamientos, palabra, obra u omisión”. Según los maestros de la vida espiritual más tenemos deudas con Dios en la omisión que en los tres primeros. La omisión es, “el bien que dejamos de hacer”.
En Mateo 25, 41 – 45: “Entonces dirá también a los de su izquierda: "Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis." Entonces dirán también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él entonces les responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." La base del juicio del Señor no es el daño que hemos hecho, lo cual no significa que no tienen valor, pero aquí en esta lectura da mayor énfasis a la OMISIÓN. Con esto no se está descartando los otros pecados de acción contraria a la voluntad de Dios, en otros textos bíblicos podemos comprobarlos.
Si por la Palabra de Dios, la oración, el retiro, la Santa Eucaristía, la comunidad cristiana, por medio de todos estos alimentos logramos tener la fuerza para ir rechazando las tentaciones, la virtud va creciendo lentamente, poco a poco; por eso un santo dijo: “Lo más grande de un cristiano no son sus virtudes, si no el combate que realiza para transformar sus pasiones en virtudes” y esto vale para todos los pecados, en especial para los siete pecados capitales: Soberbia, Avaricia, Lujuria, Ira, Gula, Envidia y Pereza.
Quien tiene los siete pecados capitales en todo su esplendor es satanás, por eso es EL MALO; nosotros también lo tenemos matizados, es decir alguno de ellos, uno en más grado que otro
“Luego corto uno de los frutos y se lo comió; y luego le dio a su esposo, que también lo comió” (Génesis 3, 6b). Eso ya es “la ejecución del pecado”.
¿Qué paso en la ejecución del pecado?, ¿Cómo se malogro la obra de Dios? Y eso se aplica a toda nuestra vida: ¿Cómo se malogra una amistad, una familia, una comunidad, un país? Es el mismo proceso: “la ejecución de la tentación”. 
“El comer el fruto”, significa ejecutar el pecado, si tú combates la tentación y no caes en ejecutar el pecado tu virtud está creciendo un poco más, pero si caes creció el pecado y en esta lucha andamos.
Entonces se les abrieron los ojos” (Génesis 3, 7a), se les abrieron los ojos de la malicia que es el conocimiento del pecado. La inocencia es la limpieza del corazón que la habían perdido y que tenían que recuperarla.
Por eso Jesús decía: “Si quieren entrar al reino de los cielos tiene que ser como niños” (Mateo 18, 3). Quienes tienen esa inocencia son los niños parvulitos y para recuperarla hay que ser como ellos, esto se puede pero es un proceso. San Francisco de Asís fue una persona con mucho pecado como nosotros pero cuando encontró al Señor empezó su proceso y llego a esa infancia espiritual. La infancia espiritual que dice Santa Teresita del niño Jesús, dándonos muestra que si podemos llegar, pero no depende de Dios, sino de nosotros con la ayuda de Dios.
 “Y se dieron cuenta de que estaban desnudos; cosieron unas hojas de higuera y se hicieron unos taparrabos.” (Génesis 3, 7b). La Palabra de Dios se refiere a la desnudez espiritual, es como cuando habla Jesús del reproche a sus discípulos: “Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me falta». Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión, pobre, ciego y desnudo.” (Apocalipsis 3, 17). Lo que nos cuenta en Génesis 3, se repite en cada vida nuestra y en cada pecado nuestro, hay que aprenderlo para combatirlo
“El hombre y su mujer escucharon que Dios andaba, corrieron a esconderse…” (Génesis 3, 8). Ahí ya está la imagen del paraíso destruyéndose, porque en Génesis 2 es al revés, el hombre no se esconde de Dios, al contrario vive con Dios, vive para él, Dios es todo para él; esto es el paraíso que es una unión con Dios; en cambio ahora sucede lo contrario hay una separación del hombre con Dios, se trastorna de ser un hombre en paz, integro ahora no lo es; estas son experiencias del pecado y se esconde.   
Dios el Señor, llamo al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?” (Génesis 3, 9) Dios le pregunta donde estaba para ver su reacción, dándole una oportunidad que Adán reconozca su error.
“Y éste respondió: Oí tus pasos por el jardín, me entró miedo porque estaba desnudo, y me escondí". (Génesis 3, 10). Tenerle miedo a Dios es el fruto del pecado, es ver a Dios como malo, castigador, la imagen del Dios amor se deforma, la pérdida del concepto de del Dios Verdadero. 
“El Señor Dios prosiguió: ¿Y quién te ha dicho que estas desnudo? ¿A caso has comido del fruto del árbol que te dije que no comieras?".  (Génesis 3, 11) Dios sabe el momento en que pecamos, pero es necesario decirlo al sacerdote para hacer lo que Adán no hizo, reconocerlo porque con esto le demostramos a Dios que si nos damos cuenta, ´pero cuando la gente no se da cuenta de que está mal lo que ha hecho, hasta creer tener la razón, como lo que paso entre Caín y Abel. Dios le dice a Caín: "¿Por qué te encolerizas, te muestras malhumorado y vas con la cabeza baja? Si obraras bien, ¿no alzarías la cabeza?; en cambio, si obras mal, el pecado está a las puertas de tu casa y te acosa sin que puedas contenerlo". (Génesis 4, 6 – 7). 
“El hombre respondió: "La mujer que me diste por compañera me dio del árbol y comí.”( Génesis 3, 12). Dios le da la oportunidad a Adán para que reconozca su falta. Dios siente dolor cuando caemos en el pecado, pero más dolor tiene cuando no nos arrepentimos para regresar a sus brazos. Si por efecto de la Palabra, de la oración de un retiro y como el hijo prodigo decimos que tenemos que volver a Dios en ese momento el corazón de Dios se alegra como lo refiere la parábola del Hijo Prodigo:
“Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron la fiesta.”(Lucas 15, 23 – 24). Malo es caer, peor es quedarse caído, pero podemos levantarnos, hay que levantarnos; eso es la lucha y hay que volver a Dios.
El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has hecho?". Y la mujer respondió: "La serpiente me engañó y comí" (Génesis 3, 13). La enseñanza de esta parábola del pecado es que el diablo es un ser maldito y que quiere meternos a su maldición, jalándonos por medio de la tentación para hacernos caer, viniendo luego las consecuencias.

“A la mujer le dijo: Multiplicaré los trabajos de tus preñeces. Con dolor parirás a tus hijos; tu deseo te arrastrará hacia tu marido, que te dominará. Al hombre le dijo: Por haber hecho caso a tu mujer y por haber comido del árbol prohibido, maldita sea la tierra por tu culpa. Con trabajo sacarás de ella tu alimento todo el tiempo de tu vida. Ella te dará espinas y cardos, y comerás la hierba de los campos. Con el sudor de tu frente comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado; porque polvo eres y en polvo te has de convertir". (Génesis 3, 16 – 19). Pero esa tierra que somos esta vivificado por el Espíritu que Dios nos ha dado. Y el paraíso es recibir esa vida de Dios y estar con él. 
Génesis 3, es permitir que esa unión se rompa con la tentación llevando acabo el pecado, pero Dios no nos abandona y aprendamos a ser como el hijo pródigo a recapacitar y a volver al Padre Dios. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario