En Génesis capítulo 3 se puede observar que nos narra la
parábola del pecado es decir el inicio de cómo se malogro la obra de Dios.
La serpiente era más
astuta que todos los animales salvajes, que Dios el Señor había creado y le
pregunto a la mujer: “¿Es cierto que Dios les ha dicho que no coman de ningún
fruto de los árboles del jardín?”.(Génesis 3,1)
Esta pregunta que le formula es capciosa, el primer error del
hombre es entrar en dialogo con la tentación, muchas veces es más poderosa la
astucia del diablo que nuestra inteligencia y por eso nos envuelve hasta
hacernos caer.
La mujer respondió a la
serpiente: “Si podemos comer del fruto de todo los arboles menos del árbol que
está en medio del jardín. Dios nos ha dicho que ni lo toquemos porque si lo
hacemos moriremos. (Génesis 3, 2 – 3)
La respuesta de la mujer demuestra que sabe, pero luego
vendrá la tentación que le ofrece la serpiente.
Pero la serpiente le dijo a la mujer: “¡no es cierto!”. Antes
bien, Dios sabe que en el momento en que comáis se abrirán vuestros ojos y
seréis como dioses, conocedores del bien y del mal".(Génesis 3, 4 – 5)
Al decir la serpiente que NO ES CIERTO está calificando a
Dios de mentiroso y él, por poseedor de la verdad. El arma del enemigo es la
tentación para apartarnos de la obediencia a Dios. Por ejemplo cuando Pedro
advierte contra el diablo en sus cartas nos dice “tengan cuidado que el diablo
anda como león rugiente rondando, buscando a quien devorar” aquí la metáfora es
“devorar”; es decir empieza a usar una estrategia de engaños para matar nuestra
alma convenciéndonos que lo que Dios nos dice no es cierto y más bien lo que él
nos sugiere eso es lo que vale y ahí caemos.
La mujer vio que el
fruto del árbol era hermoso, apetitoso y le dieron ganas de comer, de llegar a
tener entendimiento.
(Génesis 3, 6a)
Esto es el efecto del pecado, una vez que el diablo plantea
por ejemplo “la venganza”, nos hace creer que eso es bueno y justo; porque si
nos han hecho un daño, también debemos devolver mal por mal. Pero Jesús nos
dice: “se dijo ojo por ojo, pero yo les digo no devuelvan mal por mal, si te
pegan en una mejilla pon la otra, si te quitan la capa entrégale también el
manto” (Mateo 5, 38 – 40). Nosotros en el fragor de la tentación nos olvidamos
de estos argumentos tan hermosos y más bien le hacemos caso a los argumentos de
satanás y esto vale para toda clase de pecados.
Por ejemplo el pecado de la gula. Toda forma de ingerir
cosas para el cuerpo que nos causa daño es gula, por eso muchas veces nos
enfermamos y dañamos nuestra salud; como lo dice el doctor Casanova: “Las
enfermedades de este siglo entran por la boca”.
El pecado de pereza es tremendo en estos tiempos, porque todos
buscamos el menor esfuerzo; el peor de todos es la soberbia y los pecados de
soberbia son tan diversos que incluso hasta se disfrazan de las virtudes
opuestas como la humildad; por eso existe “la falsa humildad”.
También tenemos
los pecados de tipo sexual, se disfrazan de los derechos humanos por ejemplo la
propuesta de la unión civil del mismo sexo, o la propuesta del aborto, como jóvenes
mujeres haciendo manifestaciones y usando lemas que dicen: “nosotras parimos y nosotras decidimos”.
La tentación en si es malo, pero si es bueno o malo en la
vida, depende de la persona para la cual va dirigida. Los Maestros de la vida
espiritual que son los santos, porque ellos han combatido con el demonio en una
guerra espiritual y ellos han vencido. Nos dejan una gran sabiduría. Un santo dijo:
“Depende de la tentación del hombre, la tentación aceptada es pecado, la
rechazada es virtud”.
La tentación trabaja a tres niveles: primero el mismo diablo nos habla o nos susurra como lo hizo con Eva, la segunda vía es el mundo que nos invita a pecar como por ejemplo ya llega navidad y muchas personas despilfarran el dinero en banquetes. Por eso debemos celebrarlo con un sano gozo, darnos ciertos provechos que nos da el trabajo. Todo lo que es sano Dios lo bendice, pero a veces nos olvidamos de los que tiene poco o casi nada.
La tentación trabaja a tres niveles: primero el mismo diablo
nos habla o nos susurra como lo hizo con Eva, la segunda vía es el mundo que
nos invita a pecar como por ejemplo ya llega navidad y muchas personas
despilfarran el dinero en banquetes. Por eso debemos celebrarlo con un sano
gozo, darnos ciertos provechos que nos da el trabajo. Todo lo que es sano Dios
lo bendice, pero a veces nos olvidamos de los que tiene poco o casi nada.
Si aceptamos la sugerencia del enemigo, estamos cayendo y en
la misa lo confesamos: “he pecado mucho de pensamientos, palabra, obra u
omisión”. Según los maestros de la vida espiritual más tenemos deudas con Dios
en la omisión que en los tres primeros. La omisión es, “el bien que dejamos de
hacer”.
En Mateo 25, 41 – 45: “Entonces dirá también a los de su izquierda:
"Apartaos de mí, malditos, al fuego eterno preparado para el Diablo y sus
ángeles. Porque tuve hambre, y no me disteis de comer; tuve sed, y no me
disteis de beber; era forastero, y no me acogisteis; estaba desnudo, y no me
vestisteis; enfermo y en la cárcel, y no me visitasteis." Entonces dirán
también éstos: "Señor, ¿cuándo te vimos hambriento o sediento o forastero
o desnudo o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él entonces les
responderá: "En verdad os digo que cuanto dejasteis de hacer con uno de
estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo." La base del
juicio del Señor no es el daño que hemos hecho, lo cual no significa que no tienen
valor, pero aquí en esta lectura da mayor énfasis a la OMISIÓN. Con esto no se está
descartando los otros pecados de acción contraria a la voluntad de Dios, en
otros textos bíblicos podemos comprobarlos.
Si por la Palabra de Dios, la oración, el retiro, la Santa Eucaristía,
la comunidad cristiana, por medio de todos estos alimentos logramos tener la
fuerza para ir rechazando las tentaciones, la virtud va creciendo lentamente,
poco a poco; por eso un santo dijo: “Lo más grande de un cristiano no son sus
virtudes, si no el combate que realiza para transformar sus pasiones en
virtudes” y esto vale para todos los pecados, en especial para los siete
pecados capitales: Soberbia, Avaricia, Lujuria, Ira, Gula, Envidia y Pereza.
Quien tiene los siete pecados capitales en todo su esplendor
es satanás, por eso es EL MALO; nosotros también lo tenemos matizados, es decir
alguno de ellos, uno en más grado que otro.
“Luego corto uno de los frutos y se lo comió; y luego le dio
a su esposo, que también lo comió” (Génesis 3, 6b). Eso ya es “la ejecución del
pecado”.
¿Qué paso en la ejecución del pecado?, ¿Cómo se malogro la
obra de Dios? Y eso se aplica a toda nuestra vida: ¿Cómo se malogra una
amistad, una familia, una comunidad, un país? Es el mismo proceso: “la ejecución
de la tentación”.
“El comer el fruto”, significa ejecutar el pecado, si tú
combates la tentación y no caes en ejecutar el pecado tu virtud está creciendo
un poco más, pero si caes creció el pecado y en esta lucha andamos.
Por eso Jesús decía: “Si quieren entrar al reino de los
cielos tiene que ser como niños” (Mateo 18, 3). Quienes tienen esa
inocencia son los niños parvulitos y para recuperarla hay que ser como ellos, esto
se puede pero es un proceso. San Francisco de Asís fue una persona con mucho
pecado como nosotros pero cuando encontró al Señor empezó su proceso y llego a
esa infancia espiritual. La infancia espiritual que dice Santa Teresita del
niño Jesús, dándonos muestra que si podemos llegar, pero no depende de Dios,
sino de nosotros con la ayuda de Dios.
“Y se dieron cuenta de que estaban desnudos; cosieron unas
hojas de higuera y se hicieron unos taparrabos.” (Génesis 3, 7b). La Palabra de
Dios se refiere a la desnudez espiritual, es como cuando habla Jesús del
reproche a sus discípulos: “Tú dices: «Soy rico; me he enriquecido; nada me
falta». Y no te das cuenta de que eres un desgraciado, digno de compasión,
pobre, ciego y desnudo.” (Apocalipsis 3, 17). Lo que nos cuenta en Génesis 3,
se repite en cada vida nuestra y en cada pecado nuestro, hay que aprenderlo
para combatirlo
“El hombre y su mujer escucharon que Dios andaba, corrieron a
esconderse…” (Génesis 3, 8). Ahí ya está la imagen del paraíso destruyéndose,
porque en Génesis 2 es al revés, el hombre no se esconde de Dios, al contrario
vive con Dios, vive para él, Dios es todo para él; esto es el paraíso que es
una unión con Dios; en cambio ahora sucede lo contrario hay una separación del
hombre con Dios, se trastorna de ser un hombre en paz, integro ahora no lo es;
estas son experiencias del pecado y se esconde.
Dios el Señor, llamo al hombre y le dijo: “¿Dónde estás?” (Génesis
3, 9) Dios le pregunta donde estaba para ver su reacción, dándole una
oportunidad que Adán reconozca su error.
“Y éste respondió: Oí tus pasos por el jardín, me entró miedo
porque estaba desnudo, y me escondí". (Génesis 3, 10). Tenerle miedo a
Dios es el fruto del pecado, es ver a Dios como malo, castigador, la imagen del
Dios amor se deforma, la pérdida del concepto de del Dios Verdadero.
“El Señor Dios prosiguió: ¿Y quién te ha dicho que estas
desnudo? ¿A caso has comido del fruto del árbol que te dije que no comieras?".
(Génesis 3, 11) Dios sabe el momento en
que pecamos, pero es necesario decirlo al sacerdote para hacer lo que Adán no
hizo, reconocerlo porque con esto le demostramos a Dios que si nos damos cuenta,
´pero cuando la gente no se da cuenta de que está mal lo que ha hecho, hasta
creer tener la razón, como lo que paso entre Caín y Abel. Dios le dice a Caín:
"¿Por qué te encolerizas, te muestras malhumorado y vas con la cabeza
baja? Si obraras bien, ¿no alzarías la cabeza?; en cambio, si obras mal, el
pecado está a las puertas de tu casa y te acosa sin que puedas
contenerlo". (Génesis 4, 6 – 7).
“El hombre respondió: "La mujer que me diste por
compañera me dio del árbol y comí.”( Génesis 3, 12). Dios le da la oportunidad a
Adán para que reconozca su falta. Dios siente dolor cuando caemos en el pecado,
pero más dolor tiene cuando no nos arrepentimos para regresar a sus brazos. Si
por efecto de la Palabra, de la oración de un retiro y como el hijo prodigo
decimos que tenemos que volver a Dios en ese momento el corazón de Dios se
alegra como lo refiere la parábola del Hijo Prodigo:
“Traed el novillo cebado,
matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto
y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado. Y comenzaron la fiesta.”(Lucas
15, 23 – 24). Malo es caer, peor es quedarse caído, pero podemos levantarnos,
hay que levantarnos; eso es la lucha y hay que volver a Dios.
El Señor Dios dijo a la mujer: "¿Qué es lo que has
hecho?". Y la mujer respondió: "La serpiente me engañó y comí" (Génesis
3, 13). La enseñanza de esta parábola del pecado es que el diablo es un ser
maldito y que quiere meternos a su maldición, jalándonos por medio de la tentación
para hacernos caer, viniendo luego las consecuencias.
“A la mujer le dijo: Multiplicaré los trabajos de tus
preñeces. Con dolor parirás a tus hijos; tu deseo te arrastrará hacia tu
marido, que te dominará. Al hombre le dijo: Por haber hecho caso a tu mujer y por
haber comido del árbol prohibido, maldita sea la tierra por tu culpa. Con
trabajo sacarás de ella tu alimento todo el tiempo de tu vida. Ella te dará
espinas y cardos, y comerás la hierba de los campos. Con el sudor de tu frente
comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de ella fuiste sacado;
porque polvo eres y en polvo te has de convertir". (Génesis 3, 16 – 19). Pero
esa tierra que somos esta vivificado por el Espíritu que Dios nos ha dado. Y el
paraíso es recibir esa vida de Dios y estar con él.
Génesis 3, es permitir que
esa unión se rompa con la tentación llevando acabo el pecado, pero Dios no nos
abandona y aprendamos a ser como el hijo pródigo a recapacitar y a volver al
Padre Dios.
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