sábado, 12 de diciembre de 2015

¿QUE ES LA MISERICORDIA?

El Papa ha declarado al 2016: "El año de la Misericordia", la idea es que cada uno de nosotros aprenda ¿Qué es la Misericordia?, lo aplique a su vida porque de nada vale que Dios sea Misericordioso y nosotros lo desperdiciemos con nuestras malas actitudes.

Según la biblia Dios es amor (1 Juan 4, 18) ese amor se manifestó en la creación porque nos crea por amor y con amor. Por amor porque Dios no nos necesitaba, sino porque quiere tener imágenes de su Hijo, en Efesios 1, 5 nos dice: “eligiéndolos de antemano para ser sus hijos adoptivos por medio de Jesucristo, según el beneplácito de su voluntad”.
Génesis 1, 26 – 28:Y dijo Dios: “Ahora hagamos al hombre a imagen y semejanza nuestra....
Cuando Dios crea al hombre, los creó a imagen suya, hombre y mujer los creó.
Y les dio su bendición”.  
Está actuando el amor de Dios, está creando, dando existencia a quien no la tiene y antes de crearlo, lo hace a su imagen y semejanza, le prepara un lugar donde vivir a este lugar bonito Dios le pone como nombre “Paraíso”. Les da su bendición y les dijo:“ (Génesis 1, 28). Tengan muchos hijos, la bendición en Dios no es solo un deseo sino es una realidad porque Dios derrama algo bueno, pero también les dijo que sean fecundo, pero antes les dio la sexualidad, sentimientos y emociones, el enamoramiento para que formen pareja, tengan un hogar y luego funden una familia, etc . 

La tragedia entra por medio del pecado, la retribución ingrata del hombre a tanto amor de Dios. Así como nuestros primeros padres le fallaron a Dios; así también hoy en día seguimos pecando contra Dios; por eso en la Santa Misa esta puesto en la liturgia cuando rezamos el momento penitencial “Yo confieso que he pecado mucho …, por mi culpa…”.
Comienza la historia del pecado cuando el hombre desobedece a Dios y hace lo que le prohíbe, entonces empieza la desgracia del hombre porque se aparta de su Creador; Dios condena a Adán y Eva porque tenían culpa, pues les había dado inteligencia para poder comprender, voluntad para tener la libertad de poder elegir.  Y es cuando surge la Misericordia de Dios, porque no rechaza al hombre sino se compadece de su miseria. Antes del pecado no hay Misericordia, después que el Hombre peca Dios lo sigue amando a pesar de ser indignos de su amor. 
La Misericordia se da inicio cuando empieza el dialogo de Dios con Adán y Eva como lo podemos ver en Génesis 15, 9: Yahveh:” Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?»”. La Misericordia de Dios empieza actuar; él sabe que pecaron, pero espera que reconozcan su desobediencia, pero no lo hicieron sino que buscaron culpables, justificando su proceder. Al ver esta actitud Dios establece la consecuencia del pecado.
Dios no es castigador, pero tampoco es permisible, el establece una Ley y si no se cumple, surgen las consecuencias. Dios los saca del Paraíso y las bendiciones paradisíacas las pierden; ahora el hombre tiene que cargar con las consecuencias de su desobediencia en su vida y de perder la vida eterna.
Ante la caída de Adán y Eva, Dios no abandona al hombre, una prueba es cuando Caín atenta contra su hermano Abel, Dios le reclama diciendo “¿dónde está tu hermano?” .
La historia de la Salvación empieza en Génesis 12 y la acción de la Misericordia de Dios empieza hacerse concreto y Dios realiza un proceso lo podemos ver en el texto bíblico  llamado “Proto – Evangelio”: Génesis 3, 15: “Enemistad pondré entre ti y la mujer, y entre tu linaje y su linaje: él te pisará la cabeza mientras acechas tú su calcañar”. Dios anuncia enviar a un Salvador, nacido de mujer y se refería a su Hijo Amado Jesucristo que nacería de María Virgen; pero para realizarlo prepara la salvación formando un pueblo para revelarse y mostrar a esta humanidad pérdida y extraviada toda la verdad que hay en él, pero además el Mesías tendría que nacer de una mujer, la cual tendría que pertenecer a un pueblo que adora a Dios que conozca todo el plan de Salvación Misericordioso y todo comienza con Abrahám, 18 siglos después de la caída del hombre, en esta historia de Salvación, se puede ver toda una enseñanza de la Misericordia de Dios; es decir va mostrando en hechos su Misericordia y el hombre va aprendiendo que Dios es amor que ama la miseria y por eso es un amor Misericordioso que da señales de este amor.
Había una ciudad llamada Sodoma y Gomorra que Dios sentenció a la destrucción a estas ciudades por la perversión de sus habitantes. Dios va enseñando su Misericordia al hombre como lo vemos en Génesis 18, 16 – 32; hay un dialogo entre Dios y un hombre que va aprendiendo lo que es la Misericordia. Hay en regateo de misericordia para que Dios nos destruya a estas ciudades pidiéndole que no lo haga si encuentra hasta diez justos, Abraham no se atreve a bajar de diez justos Más atrevidos serán, años después, Jeremías (5,1) y Ezequiel (22,30), proclamando que Dios perdonaría a Jerusalén aun cuando no hallara en ella más que un justo. Y, luego, Isaías (53) anunciará que el sufrimiento del único Siervo salvará a todo el pueblo, cargando él con el pecado de todos. En la descendencia de Abraham, en Jesús, se cumplirá la profecía. Pero Abraham se detuvo en diez, comprendiendo que ni los yernos de su sobrino estaban libres de la maldad de la ciudad.

El Señor, viendo triste y cabizbajo a Abraham, le confesó su misma tristeza:
-Mira, Abraham, la situación de Sodoma y Gomorra y de las otras ciudades vecinas, por desgracia ha llegado al límite y no hay remedio para ellas. Estaría dispuesto a perdonar sus pecados, si los reconocieran como pecados, pero no me es posible admitir un sistema de vida tan inmoral como el establecido en sus leyes, que llama bien al mal y mal al bien.
Dios es Misericordioso, perdona nuestra gran maldad por pequeñas muestras de amor y arrepentimiento; si esto no fuera real, no tendríamos derechos de estar en el Camino de Señor porque somos pecadores, pecamos mucho.
Tenemos un Dios Misericordioso que conoce nuestros pecados, pero no nos condena; más bien nos da la oportunidad de salir, levantarnos, de caminar. ¿Y si volvemos a caer ?, El Señor otra vez nos dice: “Levántate”. Dios es infinitamente más bueno y misericordioso que nosotros. Si Dios nos dice que debemos perdonar siempre, significa que él siempre lo va hacer dándonos la oportunidad constante de hacerlo mientras tengamos vida, hasta el último instante. En el dialogo entre Dios y Abraham se ve la Misericordia de Dios.
Unas de las personas que mostro Misericordia en estos tiempos actuales fue La Madre Teresa de Calcuta, para mostrar la Misericordia de Dios uno tiene que aprender, llenarse el corazón del amor misericordioso, entonces recién lo puede compartir y esta madrecita se dedicó a atender con la mayor bondad posible a las personas más abandonadas, las miserables y no les ponía como condición nada. 
Madre Teresa de Calcuta no buscaba que se conviertan, sino que simplemente les daba la misericordia de Dios y eso también lo vemos en Éxodo 3, 7 – 8; donde Dios busca a Moisés y le dice: “Moisés, claramente he visto como sufre mi pueblo que está en Egipto, he oído sus quejas, sé muy bien lo que sufren. Por eso he bajado para salvarlos del poder de los egipcios y llevarlo a una tierra grande y buena donde la leche corre y la miel también”. Aquí se ve la Misericordia de Dios, se preocupa por el pecador. Dios escucha nuestros sufrimientos a pesar que estas en pecado, él siempre busca la salvación de las personas. Lo único que Dios no hace es  violentar nuestra voluntad; él ve modos, caminos para ver si te das cuentas, reflexiones y te conviertas. Pero muchas veces toda la acción de Dios no la sabemos aprovechar. Dios nos ha dado Inteligencia para darnos cuentas y voluntad para decidir. Dios escucha nuestro clamor, pero no resuelve nuestros problemas, más bien nos da toda la sabiduría posible sin violentar nuestra voluntad, para poder encaminarnos hacia el buen camino.
En Josué 6, Dios combate nuestras guerras, nos cuenta como Dios también lucha las guerras de su pueblo Israel, la cual tenía que tomar  posición de la tierra de Cana, pero alrededor había pueblos pequeños que debían ser sometidos para lograrlo, uno de ellos fue Jericó, Dios guía a su pueblo hacia la victoria, sin pelear; esta es la Misericordia de Dios que pelea nuestras batallas, ayer como hoy lo sigue haciendo guiando nuestras guerras personales como puede ser del trabajo, estudio, de familia, injusticias  etc. ; peleando nuestras batallas. Dios no resuelve nuestros problemas; lo que hace es ayudarnos, pero nosotros tenemos que dar los pasos, poniendo nuestros esfuerzos, ingenio hasta ir venciendo. 

En la Misericordia de Dios, también escucha nuestra plegaria y derrama milagros, lo podemos ver a Ana haciendo una súplica a Dios.
«¡Oh Yahveh Sebaot! Si te dignas mirar la aflicción de tu sierva y acordarte de mí, no olvidarte de tu sierva y darle un hijo varón, yo lo entregaré a Yahveh por todos los días de su vida y la navaja no tocará su cabeza.»
Por la Misericordia que Dios nos tiene escucha nuestras suplicas, aflicciones, nos las concede si es un bien para nosotros y sino no lo hace. Si hubiera un mal que nos estuviera pasando, Dios lo permite, por que de ello sacara un bien mayor.
Ezequiel 18, 21 - 23:En cuanto al malvado, si se aparta de todos los pecados que ha cometido, observa todos mis preceptos y practica el derecho y la justicia, vivirá sin duda, no morirá.
Ninguno de los crímenes que cometió se le recordará más; vivirá a causa de la justicia que ha practicado.
¿Acaso me complazco yo en la muerte del malvado - oráculo del Señor Yahveh - y no más bien en que se convierta de su conducta y viva?”
Dios es amor, pero la Misericordia es un paso más allá del amor, Misericordia es amar la miseria, y la miseria somos cada uno de nosotros, porque necesitamos cambiar, santificarnos, purificarnos, liberarnos; porque cuanto tomamos conciencia que necesitamos de la Misericordia de Dios, entonces seremos bendecidos por la Misericordia de Dios que nos está brindando. Arrepintámonos hermanos del mal que hemos hecho para alcanzar de Dios su Misericordia.
Otros textos a meditar sobre la Misericordia de Dios son: 2 Samuel 12, 1; salmo 103,  8 -14

jueves, 3 de diciembre de 2015

LA FORMULA DIVINA DE LA SALVACIÓN


El donante de sangre
Hace muchos años, cuando trabajaba como voluntario en un Hospital, conocí a una niña que sufría una extraña enfermedad. La única oportunidad de recuperarse aparentemente era una transfusión de sangre de su hermano de 5 años, quién había sobrevivido milagrosamente a la misma enfermedad y había desarrollado los anticuerpos necesarios para combatirla.
El medico explicó la situación al hermano de la pequeña, y le preguntó si estaría dispuesto a dar sangre a su hermana. Lo vi dudar por un momento antes de hacer un gran suspiro y decir:
- Sí, lo haré, si esto la salva
Mientras la transfusión continuaba, él estaba estirado en una cama junto a la de su hermana, y sonreía mientras nosotros los asistíamos y veía devolver el color a las mejillas de la niña. En un determinado momento la cara del niño se puso pálida y su sonrisa desapareció. Miró el doctor y le preguntó con voz temblorosa:
- ¿A qué hora empezaré a morirme?
Siendo sólo un niño, no había comprendido la explicación del doctor: Él pensaba que le daría TODA su sangre a su hermana, y entonces moriría.
En la Formula de la Salvación Divina era necesario darlo todo y morir en la Cruz como lo hizo Cristo. Por eso los católicos tenemos una veneración de la Cruz porque ahí esta expresado en forma gráfica la “Formula Divina de la Salvación “
El texto bíblico de Juan 3, 16 es también llamado en Mini-Evangelio porque en este versículo San Juan Evangelista ha logrado aglutinar la esencia del Evangelio.
Juan 3, 16 - 17
Juan 3, 16 - 17:“Tanto Amo Dios al mundo, que le dio a su Hijo Único, para que todo el que crea en el no muera, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para condenarlo, sino para salvarlo”.
Dios es amor y tanto ha dado amor Dios hacia el mundo es decir a la humanidad. La Formula Divina de la Salvación es que Dios toma la decisión es de entregar a su hijo de darlo en sacrificio muriendo crucificado; pero esta fórmula ya estuvo de alguna manera anunciado en el “Proto-Evangelio”, es decir en Génesis 3, 15 Dios dice: “Enemistad pondré entre tu y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia, su descendencia te pisará la cabeza pero tú le morderás el talón” 
Cristo Jesús, Señor y Salvador es quien destruye a Satanás, es el único que lo puede destruir; entonces la profecía que anunciaba  que de la descendencia “de la mujer “pisaría su cabeza se cumpliría con Cristo Jesús.
Pero también se usa la metáfora “pero tú le morderás el talón” esto significa que satanás librería gran batalla con Cristo y esto se puede ver en las diversas tentaciones por la cual paso nuestro Señor Jesús: cuando quiso matar al Mesías cuando recién había nacido con la matanza de los inocentes por medio de Herodes; las tres tentaciones en el desierto, en el huerto de Getsemaní y finalmente en la Cruz.
El hombre muchas veces es débil y deja de ser fiel a Dios como sucedió con el pueblo de Israel en Jueves Santo pedían su crucifixión y cuatro días antes en domingo de ramos decían: “¡Hosanna, bendito el que viene en el nombre del Señor!”. Satanás quiere gobernar el corazón del hombre y conducirlo por el camino del mal y también quiso hacerlo con Jesús pero no pudo y fue derrotado. La lección que nos na nuestro Señor Jesús es que vence al enemigo, no matando sino más bien dando la vida: “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” y en el momento que entrega la vida y muere Jesucristo se cumple la Profecía anunciada en Génesis 3, 15 y la sangre de nuestro Señor Jesús paga todos los pecados del mundo.
«Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto» (Juan 14, 24). Ese grano de trigo es Él y el fruto somos nosotros, sigamos siendo buen fruto, luchemos y perseveremos mediante los recursos que nos brinda como es la santa confesión, la Palabra de Dios, la oración, la intercesión de nuestra Madre la Virgen María, el Espíritu Santo que nos guía, la Iglesia que nos pastorea para que aunque satanás quiera destruirnos, sin embargo nosotros nos podamos volver a levantar.
La Fórmula Divina de la Salvación está en que tanto ama Dios que entrego a su Hijo Único en sacrificio de muerte en cruz para que todos nosotros podamos ser salvados porque la sangre de Cristo ha pagado nuestros pecados. Dios nos permita entender cada día más este mensaje.
Juan 14, 24
«Si el grano de trigo que cae en la tierra no muere, queda solo; pero si muere, da mucho fruto» (Juan 14, 24).
No hay alegría de Jesús sin dolor amado. No hay resurrección sin muerte.
Faltan pocos días para su muerte. Será dolorosa, humillante; pero tendrá un sentido: la resurrección.

Había venido a reunir a los hijos dispersos de Dios a romper toda barrera que separa a pueblos y personas, a hermanar a hombres divididos entre sí, a traer la paz y construir la unidad. Pero es necesario pagar un precio: para atraer a todos a sí tendrá que ser elevado de la tierra, en la cruz.
En el tiempo de Pascua se nos muestra en lo alto de la cruz, su martirio y su gloria, en el signo del amor extremo. Allí ha dado todo: el perdón a los verdugos, el Paraíso al ladrón, a nosotros la madre y su cuerpo y su sangre, su vida, hasta gritar: “«Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?»
La Fórmula Divina de la Salvación está en que tanto ama Dios que entrego a su Hijo Único en sacrificio de muerte en cruz para que todos nosotros podamos ser salvados porque la sangre de Cristo ha pagado nuestros pecados. Dios nos permita entender cada día más este mensaje.
Dios cuando vio a la humanidad caída, prometió enviar a su Hijo a salvarnos, entregando su vida en la Cruz pagando nuestros pecados, derramando su sangre para librarnos del castigo eterno, sacrifico lo más hermoso que tenía para salvarnos; pidiéndonos una fe viva, arrepiento de nuestros pecados, convertirnos; con su ayuda lo lograremos abrir los ojos y darnos cuenta que necesitamos de la salvación; que mientras estamos con vida podemos salvarnos, aferrándonos a Cristo; por eso debemos pedir que el Padre Dios toque nuestra mente y corazón para darnos cuenta de esta necesidad y tomar decisiones para no ser indiferentes o insensibles de no querer reconocer la importancia de ser salvados. Por eso debemos pedirle a Dios que derrame sobre nosotros su gracia redentora: por el mundo pecador para que lo perdone y envié a más mensajeros que les hablen sobre el llamado de la Salvación